¿Qué es?

Bajo el término intervención asistida con animales (IAA) se engloban aquellas actuaciones sanitarias, educativas, ocupacionales y sociales en general, dirigidas a un colectivo determinado, y que usan a un animal como herramienta para conseguir los fines de la intervención. La IAA se ha desarollado fundamentalmente en el campo sanitario (Terapia asistida con animales) y en el educativo (Educación asistida con animales). No estamos ante intervenciones o terapias alternativas. Los fundamentos tanto de la terapia como de la educación y las actividades asistidas son los mismos que en sus respectivas disciplinas. El animal es un actor más al que se recurre debido a su capacidad como estímulo y motivador.

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...la historia de la IAA?

Las primeras consideraciones acerca de la influencia del contacto con animales en el bienestar de las personas se remontan al siglo XVII. John Locke (1699) defiende la idea de dar a los niños animales para que los cuiden como un medio para que aprendan a mostrar ternura y un sentido de responsabilidad hacia los demás.

La compasión y la preocupación por el bienestar animal se convirtieron en uno de los temas didácticos favoritos de la literatura infantil durante los siglos XVIII y XIX, con el propósito de inculcar una ética de la amabilidad y la gentileza.

A finales del XVIII, las teorías sobre la influencia de los animales en la mejora de la interacción social empezaron a aplicarse en el tratamiento de enfermos mentales. William Tuke empleó métodos novedosos en el Cork Retreat (Inglaterra) incluyendo entre otros el contacto con animales domésticos. Su nieto, Samuel Tuke, relata la capacidad de los animales para “despertar sentimiento sociales y benévolos” en su Description of the Retret (1813).

La falta de una evaluación científica de estas iniciativas supuso la desaparición de los animales en los entornos institucionalizados y en el campo de la medicina durante la primera mitad del siglo XX, aparte de su presencia como objetos simbólicos en el psicoanlálisis. 

En 1944 James H.S. Bossard publica un trabajo en Mental Higiene en el que describe el importante papel que los animales de compañía representan en la vida familiar y en la salud mental de sus miembros, especialmente en los niños. Entre las funciones que la mascota puede desempeñar cita la capacidad de satisfacer el deseo de las personas de demostrar afecto, fomentar la responsabilidad en los niños, ser un lubricante social, etc. 

Boris Levinson, psicólogo clínico y el principla precursor de la IAA, trasladó la idea de los beneficios psicológicos del animal de compañia desde el hogar al entorno propiamente terpéutico, destacando su papel no sólo como facilitadotes del contacto sino como herramienta que propicia un desarrollo saludable de la personalidad. 

En los años 80 y 90 numerosos estudios vienen a avalar la conveniencia del uso de animales de compañía como herramientas útilies en procesos terapéuticos y educativos, destacando distintas ventajas proporcionadas por la presencia del animal (veáse apartado “Beneficios y posibilidades de la IAA”). 

A pesar de estos estudios, la investigación científica sobre las posibilidades de la interacción con animales están todavía lejos de haber consolidado una disciplina asentada y se enfrenta en muchas ocasiones a un alto grado de escepticismo fundado en el escaso número de estudios experimentales concluyentes. 

No obstante los programas de IAA siguen desarrollándose y suscitan cada vez más el interés de numerosos terapeutas que encuentran en el animal, especialmente en el perro, una herramienta más de trabajo. La Delta Society estima que hay unos 2.000 programas de TAA en los EE.UU., principalmente centrados en la psicoterapia y la rehabilitación física con perros. 

En España se han desarrollado programas de IAA destinados a varios colectivos. Entidades como la Fundación Affinity, la Fundación Bocalán, la Fundación Vallparadís, ASPACE y muchas otras han comenzado a incluir perros en diversos entornos terapéuticos. Hospitales como el Saint Joan de Deu han utilizado y evaluado terapias destinadas al colectivo de enfermos mentales que incluyen perros. Residencias geriátricas como la de Felantix han introducido cachorros para amenizar la estancia de los residentes. Numerosas prisiones cuentan con perros como alternativa ocupacional para los internos. 

La disciplina va consolidándose progresivamente en numerosos entornos terapéuticos y educativos, al tiempo que la investigación científica sobre la materia empieza a arrojar resultados muy positivos en cuanto a su valoración.